domingo, 25 de noviembre de 2012

Decálogo del escritor 
Augusto Monterroso
Primero.
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
Segundo.
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".

Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo.
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

Décimo.
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Undécimo.
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo.
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.

jueves, 2 de agosto de 2012

jueves, 26 de julio de 2012

“Estoy creyendo menos en la ficción” Héctor Abad Faciolince


Excelente entrevista que habla sobre los rituales del escritor y la manera como se conciben las historias.

http://www.fnpi.org/noticias/noticia/articulo/hector-abad-faciolince-estoy-creyendo-menos-en-la-ficcion/

miércoles, 11 de julio de 2012



"Decálogo" de Jorge Luís Borges


En literatura es preciso evitar:
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1. Las interpretaciones demasiado inconformistas de obras o de personajes famosos. Por ejemplo, describir la misoginia de Don Juan, etc.
2. Las parejas de personajes groseramente disimiles o contradictorios, como por ejemplo Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson.
3. La costumbre de caracterizar a los personajes por sus manías, como hace, por ejemplo, Dickens.
4. En el desarrollo de la trama, el recurso a juegos extravagantes con el tiempo o con el espacio, como hacen Faulkner, Borges y Bioy Casares.
5. En las poesías, situaciones o personajes con los que pueda identificarse el lector.
6. Los personajes susceptibles de convertirse en mitos.
7. Las frases, las escenas intencionadamente ligadas a determinado lugar o a determinada época; o sea, el ambiente local.
8. La enumeración caótica.
9. Las metáforas en general, y en particular las metáforas visuales. Más concretamente aún, las metáforas agrícolas, navales o bancarias. Ejemplo absolutamente desaconsejable: Proust.
10. El antropomorfismo.
11. La confección de novelas cuya trama argumental recuerde la de otro libro. Por ejemplo, el Ulysses de Joyce y la Odisea de Homero.
12. Escribir libros que parezcan menús, álbumes, itinerarios o conciertos.
13. Todo aquello que pueda ser ilustrado. Todo lo que pueda sugerir la idea de ser convertido en una película.
14. En los ensayos críticos, toda referencia histórica o biográfica. Evitar siempre las alusiones a la personalidad o a la vida privada de los autores estudiados. Sobre todo, evitar el psicoanálisis.
15. Las escenas domésticas en las novelas policíacas; las escenas dramáticas en los diálogos filosóficos. Y, en fin:
16. Evitar la vanidad, la modestia, la pederastia, la ausencia de pederastia, el suicidio

martes, 26 de junio de 2012

EL ARTE HACE LIBRE AL SER HUMANO

                                                                                                                   Por Carolina Cárdenas Jiménez

Nietzsche plantea en su libro El nacimiento de la tragedia, que a través de la obra literaria del mundo griego antiguo se vislumbra la cosmovisión de esta civilización, la cual se divide en dos visiones que se contraponen: lo apolíneo y lo dionisíaco. Lo apolíneo es imaginación, sueño, razón, imagen, medida, claridad y luz. Mientras que lo dionisíaco es embriaguez, caos, música, desmedida y  oscuridad. Ellas son las dos grandes fuerzas primigenias e inherentes del universo y la naturaleza del ser, que se contradicen, pero que sin embargo se necesitan mutuamente para existir. Estas dos fuerzas se asemejan a la muerte y a la vida, a la luz y la oscuridad que se necesitan para poder existir, pero que deben ser cuidadosamente integradas en el arte.


En la tragedia a partir de lo dionisíaco, específicamente desde el coro, la intención de autores como Sófocles y Esquilo era crear una relación entre el hombre y los dioses, y por supuesto lo religioso. El coro, a través de la música se convierte en la conciencia, en los juicios de valor, en el carácter moralista que le dice y prácticamente le dicta al espectador cuál debe ser su cosmovisión. En oposición a esta postura, Eurípides se encarga de arrancar lo dionisíaco de su propuesta artística.


Eurípides al dejar que únicamente la fuerza apolínea dibuje su nueva propuesta literaria, logra la objetividad en la literatura. Cuando hago uso de la palabra objetividad, quiero mostrar que este autor podó el texto literario de posturas enteramente subjetivas, emotivas, y claro moralistas que en principio, desde mi punto de vista, no permiten que la misma sea libre y por tanto no le consienta al espectador desde su subjetividad y cosmovisión recrear y reinventar la obra. En otras palabras, se podría decir que al quitarle a ésta el manto de la subjetividad grabada por el artista, se logró que la obra se convirtiera con el devenir en lo que en parte es la esencia del arte. Sin embargo, el escritor creativo no puede  desprenderse de su espíritu, de lo dionisíaco, en el momento en que crea su texto literario. Es decir, las fuerzas sobrenaturales, lo místico, son inherentes a la verdadera obra de arte. Como vemos es desde allí que se le da el aliento, la esencia y se enmarca a la creación. Es esa fuerza la que envuelve a la obra de embriaguez y  de sentido.


Es fundamental comprender que para que una obra sea una creación artística, es esencial que lector y creador sean libres de plantear su propia filosofía de la existencia, la cual se encuentre purificada de doctrinas y “verdades absolutas” en el momento en que el espectador la contemple y el artista la cree. Pero también requiere ser creada desde la fuerza sobrenatural y espiritual del escritor.


En conclusión, el arte se crea paradójicamente a través de dos maneras de ver el mundo: la objetividad y la subjetividad. El artista, tiene como meta liberar a su obra del moralismo construido bajo los dogmas del ser humano y purificarla de una mirada maniqueista. Es su obligación como creador abrir su mente, aprender a levitar por encima de lo impuesto, de lo que está bien o mal. El verdadero escritor abre el espectro infinito de interpretaciones a partir de las cuales puedan ser leídas y reinventadas sus historias. En este sentido, en el momento en que el espectador contempla y lee la obra, crea otros posibles universos encargados de purificar su espíritu de aquello que no le permite volar y ser libre. La obra artística es un espacio para que el ser humano se reinvente a sí mismo y a su realidad. 

sábado, 28 de abril de 2012

LA IMPORTANCIA DE LOS TEXTOS EDITADOS


¿Por qué es importante para un escritor tener textos acabados y bien escritos?

Cualquier texto, sea este un ensayo, una obra literaria o un escrito científico, etc., es la tarjeta de presentación del escritor en el mundo académico. Una obra o escrito con un alto nivel semántico y sintáctico demuestra el respeto del autor por los lectores y su valor como intelectual.  

Un texto que no tiene problemas de redacción, ortográficos y que desde el mundo de las ideas está bien construido y posee un alto nivel estético, es un escrito que tiene mayores probabilidades de ser escogido por un editor o por un jurado en un concurso. 

El escritor requiere que sus escritos sean revisados por un lector externo, un especialista conocedor de la lengua y que maneje el lenguaje. Nuestro grupo de especialistas te ofrece estos servicios, que hará de tu obra un texto acabado.